Noches atrás, la luna visitaba cada rincón de su ventana, envolviéndolo con sus rayos y compartiendo historias que curaban su soledad. Cuando la luna bajó a su encuentro, una historia de luz, magia y amor puro comenzó a tejerse. Sin embargo, como un eclipse eterno, la conexión se vio ensombrecida cuando los rayos de la luna dejaron de iluminar su ventana.

Anhelando que la oscuridad no eclipsara el amor, esperaba que la luz volviera a iluminar su vida. La tentación de iluminar otras ventanas acechaba, y deseaba que la luna luchara contra esos oscuros impulsos, sanando heridas en lugar de huir. Quería una conexión que resistiera tormentas, que demostrara que el amor merece ser cuidado y no abandonado.

A pesar de las distancias, se enamoró de la luna y su luz inalcanzable y eterna. Deseaba que esa luz iluminara cada rincón de su ser, guiando su historia como una noche estrellada. Deseaba que la melodía del amor acompañara su baile y que juntos escribieran el más hermoso capítulo, donde el final feliz fuera una eternidad iluminada en su ventana.

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