

Que es el Amor ?
El Amor: Un Viaje de Conexión y Vulnerabilidad
Que es el Amor? es un viaje de conexión y vulnerabilidad, donde cada instante compartido florece en un lazo que trasciende el tiempo y el espacio...
"El verdadero poder no reside en lo que te dicen que eres, sino en lo que decides ser."
En la vasta oscuridad del cosmos, donde las estrellas no son más que puntos fugaces de luz, hay seres que no buscan el brillo inmediato, sino la luz interna que los guía. Thomas Edison, en su infancia, era una de esas estrellas que parecía apagarse antes de brillar. Como el cometa que se pierde en la inmensidad, fue etiquetado como “demasiado lento” para aprender, como si su destino ya estuviera marcado. Sin embargo, lo que pocos sabían es que su verdadera fuerza no residía en lo que le dijeron que era, sino en la llama que su madre encendió en él.
El destino, como un río caudaloso, no siempre sigue su curso sin resistencia. Hay quienes, ante los desafíos y las piedras que la corriente les arroja, se detienen y dejan que el flujo los arrastre, resignándose. Pero hay otros, como Edison, cuya esencia se forja en la lucha contra ese mismo río. El joven Edison no fue el niño prodigio que el mundo esperaba. La educación que el sistema le ofrecía no se adaptaba a su naturaleza. Su mente, como un terreno que necesita tiempo para germinar, fue etiquetada como “demasiado torpe” para captar las enseñanzas rápidas del mundo. Sin embargo, como el árbol que crece lentamente en la penumbra del bosque, Edison necesitaba algo más que conocimiento: necesitaba ser visto, entendido, guiado.
Y fue ahí, en la figura de su madre, donde el destino se dio un giro inesperado.
La carta que su madre recibió de su maestro, aquella que le decía que su hijo no tenía futuro, fue como un eco de un universo indiferente. En ella, el maestro sólo veía un niño pequeño, limitado por su tiempo y su contexto. Pero lo que no veía, lo que no podía ver, era la chispa oculta en su ser. Nancy Edison, madre de Thomas, no permitió que esas palabras definieran el futuro de su hijo. Al contrario, las tomó como una señal de que el mundo aún no estaba listo para el potencial que su hijo albergaba, y fue ella quien, como una jardinera que cuida de una semilla en la sombra, decidió proteger y nutrir a Edison de una manera distinta.
No fue el sistema educativo el que le dio la clave, sino la fe inquebrantable de una madre. Lo que Edison necesitaba no era que le dijeran qué hacer, sino que alguien creyera en su capacidad para crear su propio camino. A través de sus años de educación en casa, Nancy Edison le mostró que la verdadera inteligencia no reside en lo que otros esperan de ti, sino en lo que tú eres capaz de ver cuando miras más allá de los límites impuestos por la realidad tangible.
Muchos años después, ya convertido en un hombre que había iluminado al mundo con sus invenciones, Edison descubrió la carta. Fue como una revelación tardía, una ventana abierta a la verdad olvidada. Se dio cuenta de que el mundo había querido etiquetarlo como "inútil", pero su madre, como un faro que nunca se apaga, había visto en él la luz antes que nadie. La madre de Edison había sido la fuerza que había transformado una simple chispa en un incendio de creatividad y perseverancia.
Este es un recordatorio profundo: el verdadero poder de la vida no está en los diagnósticos externos, sino en la fe que tenemos en la luz que vive dentro de nosotros. Como un árbol que crece hacia el sol, la creencia en uno mismo es el motor que nos permite desafiar las sombras que intentan apagarnos. La historia de Edison y su madre es la historia de todos nosotros: seres en busca de luz, que a veces nos vemos atrapados en la oscuridad de las opiniones ajenas, pero que siempre, si nos mantenemos firmes, encontramos la chispa que nos llevará más allá.
El destino no es algo escrito en piedra, sino una creación constante que podemos moldear con nuestras manos, con la fe en lo que somos y lo que podemos llegar a ser. Como las estrellas que nacen en la vastedad del cosmos, cada uno de nosotros tiene la capacidad de brillar. Y aunque el mundo no siempre lo vea, siempre habrá alguien, como la madre de Edison, que creerá en nuestra luz incluso cuando el universo parece indiferente.
"Mi madre me hizo lo que soy." Así lo escribió Edison, porque al final, no fue el mundo el que lo definió, sino el amor incondicional que transformó la visión de su madre en un futuro lleno de posibilidades. Y esa es la verdadera fuerza: saber que dentro de cada uno de nosotros hay un universo de posibilidades esperando ser descubierto.
De vez en cuando, surge una joya única de las profundidades del ser, un diamante cuyo brillo puro y resplandeciente eclipsa a todas las demás gemas. Es un faro en la oscuridad, una luz que atrae a quienes se acercan. Sin embargo, cuando llega el momento de sostenerlo, sienten que no son dignos de tal tesoro, limitándose a disfrutar de su resplandor desde lejos, como viajeros que contemplan un horizonte inalcanzable.
...el tiempo pasó, y aunque el diamante continuaba brillando con intensidad, quedó olvidado en un rincón, con su luz opacada por la soledad, como una estrella que pierde su fulgor cuando ya nadie la observa.
Un día, una joven diamante, opacada y desprovista de valor, llegó a su lado. En su cercanía, el diamante recuperó su brillo, haciéndole sentir que por fin había alguien que quería quedarse. La joven diamante, marcada por la soledad y la falta de amor, se acercó a su luz en busca de consuelo. Con la paciencia de quienes han conocido la soledad, el diamante comenzó a pulirla, dándole su mejor amor y cuidado, como un maestro que revela a su aprendiz el talento escondido. Poco a poco, la joven diamante se transformó en una joya radiante y deseada, igual de hermosa que él, floreciendo de nuevo como un árbol que da vida después de largos inviernos.
Pero cuando la joven diamante alcanzó su máxima belleza, decidió marcharse. Se dejó seducir por un brillante anillo de metal, atractivo pero sin valor, hecho del metal de los que están hechos todos, que no ofrecía más que un brillo falso y efímero, como un barco que, tras llegar a puerto seguro, se aventura en mares inciertos. Sabía en su corazón que el metal no tenía el mismo valor que el diamante, y que iba a romper el corazón que había jurado cuidar, sin saber que también rompería el suyo, nadie rompe el corazón de alguien sin salir herido, pero aun así se fue, dejando al diamante que había cuidado y le había hecho sentir único, más roto que antes, lo acompañó para después tirarlo en su soledad cuando ella ya no se sentía sola.
El diamante se fue, sintiendo que ya no merecía brillar como antes, como un sol que se oculta tras las nubes, convencido de que su luz nunca sería valorada, sabiendo que no importa ser de un brillo bueno en este mundo moderno.
El diamante, que había dado su resplandor para embellecer a la joven diamante, quedó más apagado que nunca, abandonado por aquellos que no creyeron merecer su luz. En su partida, lo dejaron peor de lo que estaba, como un diamante cuya valía se ve eclipsada por un simple metal pulido.
Así, aquellos que se acercaron al diamante, temerosos de su propio reflejo en su luz, lo trataron como una piedra sin valor. Sin darse cuenta de que en sus manos sostenían lo más precioso que jamás podrían poseer, decidieron buscar un brillo sin valor, en lugar de brillar juntos.
El diamante, aunque herido por la partida de quienes no supieron apreciarlo, comprendió en su soledad que su luz no dependía de la mirada ajena. Su destino sería brillar en la distancia llena de soledad pero con luz propia.
La joven diamante, se adentró en un lugar donde su valor siempre será ignorado, donde su brillo jamás será valorado y sólo será robado y la presumirán como piedra preciosa. Aunque vivirá rodeada de bellos y nuevos destellos, siempre sabrá que perdió un diamante por no haber tenido el valor de quedarse a brillar.
OiramX - Ago 2024
Quisiera ir en contra de la relatividad, para que un minuto sin ti no sean horas y unas horas a tu lado no sean minutos.
Quisiera que estuvieras en distancia, igual de cerca como te tengo en pensamiento.
Quisiera que no fuera eterna tu espera y cuando estes cerca se pare el tiempo.
Quisiera simplemente que fueras presente y no un pensamiento.
Quisiera no ser de ti, para poder ser tuyo por siempre.
Quisiera no extrañarte, no pensarte tanto y saber porque me pasa todo el tiempo.
Quisiera poder entender este sentimiento y saber que hacer al respecto.
Quisiera que estuvieras hasta el final de mis tiempos, para poder decir que todo esto era nuestro.
Aveces quisiera haber nacido en otro espacio tiempo.
OiramX
No es qué te hable y qué me hablaste; es cómo te hable y cómo me hablaste.
No es qué te vi y qué me viste; es cómo te mire y cómo me miraste.
No es qué te di y qué me diste; es cómo lo di y cómo lo diste.
No es lo qué toque y lo qué tocaste; es cómo te toque y cómo me tocaste.
No es cuánto te amé y cuanto me amaste; es cómo te amé y cómo me amaste.
No es cuánto te extraño, cómo te olvido y cómo me duele; es cómo reconstruyo lo que te llevaste.
OiramX